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Hasta la fecha, los videojuegos se han convertido en una de las manifestaciones artísticas más influyentes del siglo XXI. Podemos decir sin temor a equivocarnos que sin los videojuegos, quizá no existiría el videoarte como lo conocemos hoy en día. Algunas personas afirman incluso que el fenómeno “gamer” es un arma contra el machismo. Sin embargo, para muchas personas, los videojuegos son algo dañino y destructivo para la sociedad. Estas personas afirman que los videojuegos están provocando una condena social hacia la mujer, la mayoría de las veces sin razón alguna. Según el informe “Los Videojugadores de hoy (2013), de la gerencia de políticas para la diversidad de Microsoft, en 35 estados y la ciudad de Nueva York, el 68% de los residentes jóvenes responden afirmativamente cuando se les pregunta si tienen preferencias sexuales con respecto a otras personas”. A pesar de esta encuesta no explica la variable “orgullo gamer”, Microsoft afirma que los videojuegos no están cambiando el comportamiento del individuo. Otra fuente de polémica es la falta de representación de la mujer en un sector mayoritariamente masculino. Esta baja representación se ha transformado en un problema tan molesto como el sexismo. Para muchos, los videojuegos son el mal menor de esta epidemia de discriminación. Sin embargo, la realidad es que no todas son balas contra la mujer. Afirmaciones como “El sexo es un aburrimiento” o “Los videojuegos me dan para dedicarme a otras cosas” refuerzan el argumento de que los videojuegos son un complemento del machismo y no una amenaza social. Sin embargo, hay dos caminos: noticias falsas y informes actualizados. Este artículo trata al sexo como una variable que puede ser un factor de discriminación. Para la mayoría del grupo de estudiosos, la primera persona a la que se refiere coincide con el género a entender por su perfil. Sin embargo, algunos proponen que existe un cambio en la cultura juvenil o en los mecanismos de producción del conocimiento. cfa1e77820
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